sábado, 19 de septiembre de 2009

Puedo Equivocarme, Tengo Todo Por delante...

...y nunca me sentí tan bien. Es la primera frase del nuevo disco de Gustavo Cerati llamado Fuerza Natural, pero no! no vine a este lugar a hablar de música ahora, lo menciono sólo para recordar lo que sonaba mientras escribía esto.

Me dio por pensar hace un rato en la idea de cómo, durante el proceso de conocer personas, hay solo dos resultados posibles, el bueno y el malo. ¿Existen por ende sólo dos tipos de personas, El bueno y El malo? ¿que hay del feo entonces, como tercera parte de la triada aquella de Sergio Leone? , el feo puede ser el comportamiento del malo, fácilmente (Que feo eso que hiciste). Sin considerar cánones estéticos o de belleza, obvio.



Creo que el bueno también puede llegar a hacer fealdades sólo que, o las hace en menor número que el malo, o las hace sin querer (queriendo). Por lo que se arrepiente mucho antes que el malo, que a veces ni lo hace, el muy canalla.

Y uno pasa por alto tamaña situación cuando va conociendo gente y hay desastres de los que perféctamente podría haber escapado y sin embargo quedan ahí plasmados, como entradas de blog (una versión niu eish de esa metáfora rasca de las hojas escritas) claro que mucho menos editables o borrables.

Al hacer un recuento (un tanto esperanzador si se quiere) de la gente que realmente puedo decir que conozco, claramente son más del tipo buenas que malas, pero carajo como molesta el conocer de las últimas, además de lo bueno no se habla mucho (Hola doctor sabe qué, no me duele nada!).

Además en estos términos el malo es en relación a la relación donde el otro está siendo bueno, yo creo que soy un tipo más bien bueno, entonces cuando te topas con alguien del otro bando dices, ¿por qué algún momento le dediqué parte de: mi tiempo/vida/cama/comida/pensamiento/trabajo/esfuerzo/cariño, en definitiva de: mi? La respuesta (autoconvencimiento también, si se prefiere) es que claro, esa persona antes era buena y (paf!!) de pronto fue mala y ese momento bastó para alejarse y temer al hecho de que en cualquier otro momento va a responder igual, porque decir de plano que el otro siempre fue y será malo es tratarse un poco de imbécil. (Todo cae por el efecto dominó, todo cae por su peso... canta Cerati, lo escuché riéndose de lo que escribo)

Entonces sería mejor detenerse en averiguar ese tipo de respuestas que dan las personas que uno va conociendo, cuanto creen de ella que es buena o mala, más que en otras cosas, con las que si se puede lidiar. Es mejor fijarse en la cara que ponen frente a la mentira o la honradez, o la opinión respecto a la incondicionalidad o el aprovechamiento. Más útil que si al decir Fender ponen cara de uff! o cara de ¿¿ahh??, mucho más útil que si digo Ice Age Coming, diga Let Me Hear Both Sides o piensa que veremos la era del hielo 1,2 o 3.

Preocuparse al fin y al cabo de cosas que importan parece ser lo primordial, parece como algo fácil, tanto así quizás que queda de lado y prima lo accesorio. Pero obvio, es más fácil hacer la separación por gustos, si le gustan los Rollings o los Beatles, si cree en Dios o le basta con Chuck Norris, si es que está acostumbrado a celebrar campeonatos y ver como su equipo levanta copas, o es de la u (ja!) y así un largo etc., que decidir si estás frente a una buena o una mala persona, parte de la maldad a veces es ocultarla con fines maquiavelicos.

Por otro lado decirse bueno no implica que no va a conocer nunca de los malos, la tranquilidad está en que la relación no dura mucho, por qué? porque ninguno está acostumbrado a tratar con el otro, siendo esto aún más difícil para el malo, ya que darse cuenta que no se está acostumbrado a que lo traten tan bien ha de ser un poquito penca, es un pack de doble decepción, porque no se sigue el contacto y porque aparece el hecho de que uno no es bueno y básicamente por esa razón es que se va todo al carajo.

Hay harta gente buena y bastante buena a mi alrededor, pero nunca está de más seguir conociendo de ella, ya que como tal, no están de más, creo que hoy en día están de menos y hay que aprovecharlos, en el "buen" sentido de la palabra.

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